Por: Stephanie Zito
Olió la hierba cortada y el vino tinto cuando el sol se acercaba al horizonte. Él miró el cielo que cambió colores sin dibujo. Él respiró cuando rojo transfumó a rosa, rosa a naranja.
Sólo, él removió la cartera. Era piel de cureo moreno. La letras “JS” estaban grabadas en la cartera. Había euros y recibos arragados. Pero, en la mezcla, había una foto pequeña. Estaba doblada y tenía una arruga en el papel.
Ella era quapa con piel de aceituna. No tenía imperfección con la cara pequeña y los ojos largos y avellanas. Como un calidoscopio de color.
Él susurró,“Mi cariño.” Él frotó el pulgar a través de la foto como si estuviera acariciando la cara de la mujer. Pasó la foto y leyó la frase abajo.
Siempre existe en el mundo una persona que espera a otra en el sol de España.
Él dobló la foto con cuidado y la puso en la cartera. Suspiró cuando el sol despareció. Los colores no existieron. En ese momento, la oscuridad encapsuló el cielo abierto y su cariño por la noche.