Día a día, veo víctimas de la injusticia que son muy cercanos a mí: los inmigrantes. No hablo de toda clase de inmigrantes, sino de aquéllos a los que por falta de un papel se les es negado todo tipo de derechos. Entre éstos se incluyen el derecho a una educación universitaria, el derecho a un trabajo con un salario estable, el derecho a volver a sus países de origen y otros derechos que aunque simples para un ciudadano en común, hacen que la vida de un inmigrante sin documentos sea más miserable. Me refiero al derecho a tener una licencia de conducir, al derecho a comprar una propiedad, al derecho a construir un crédito para préstamos de banco u otras diligencias, etc.
Evidentemente, día a día, vemos marchas que protestan por los derechos de estos inmigrantes, vemos organizaciones que luchan por conseguir una reforma y vemos políticos, como Barack Obama, que tratan de crear leyes para el beneficio de éstos, aunque, como sabemos, la mayoría de estas leyes terminan vetadas por el Congreso americano. En otras palabras, es cierto que hay muchas personas que tratan de velar por los derechos de este grupo pero hasta el día de hoy, estas personas son víctimas de un gobierno que ignora sus necesidades.
Aunque la ley no hace justicia, es imposible para los inmigrantes indocumentados tomar justicia por sus propias manos ya que éstas se encuentran atadas. Para sobrevivir, este grupo necesita esconderse, necesitan cambiar sus nombres y sus identidades y necesitan pasar desapercibidos. La respuesta y la solución para estas personas se encuentra en el dicho: “Se consigue más por las buenas que por las malas.” Pienso que en vez de tratar de hacer justicia de una mala manera, los inmigrantes deben demostrar todas sus capacidades y dejar claro todos los beneficios que pueden darle a este país. Los hijos de los inmigrantes que hoy se encuentran preparándose en universidades deben velar por los derechos de sus padres, de sus familiares y de todos los miembros de su cultura. Al hacerse profesionales y miembros de empresas importantes, pueden convertirse en líderes y abrir caminos para aquéllos a quienes se les es negado todas las oportunidades.
La felicidad puede ser considerada como la mejor venganza ya que ésta comprueba que a pesar de las dificultades, no se pierde la esencia y la esperanza. Específicamente, la cultura latina, se distingue por su alegría y día a día demuestra que sin importar las circunstancias, siempre pueden llevar una sonrisa consigo.
por Laura Ochoa