Los Funerales de la Mamá Grande de Gabriel García Márquez
“Es que sus cuentos terminan con finales inconclusos,” dije yo y nadie entendió. El estudiante sentado directamente en la esquina frente a mí, giró su cabeza de inmediato, y con una mirada de confusión buscaba la explicación. La profesora también sonreía y buscaba apoyo entre las caras confusas de sus estudiantes. Más sin embargo yo en ese tiempo de clase en medio de tarde de invierno, no me podía explicar. Y era que la explicación no llegaría hasta haber leído Los Funerales de la Mama Grande, cuento final de la colección de cuentos que lleva por nombre este mismo título. Fue este último cuento que me ayudó a entender mejor al tal Márquez. Colombiano a quien le encantan los detalles, dictador de su propia creación literaria, entendedor de la sufrida América Latina.
En esta colección de cuentos, Gabriel García Márquez crea un efecto menopáusico. Y es que el lector no sabe si glorificar al Márquez, o molestarse por la amplia cantidad de detalles que nos ofrece en los cuentos. Son detalles que nos ayudan a comprender de manera mejor el ambiente en el cual se desata la trama. Más son detalles—y lo digo con el temor de ofender a la experta de la literatura—que muchas veces aburren y distraen al lector de lo que realmente es importante para la conclusión del cuento. Al igual que la señora que a sus cuarenta y pico siente frio y de repente calor, al leer estos cuentos los detalles pueden llevar al lector a una sensación de agradecimiento, y de repente a un enojo con el autor. ¡Hay Márquez!
Los muchos detalles simplemente ayudan a Márquez a crear cubículos ambientales de los cuales los lectores no pueden salir. En La Siesta del Martes, Márquez describe el vagón del tren en el cual viajan la madre e hija con tantos detalles, que el lector con buena imaginación puede llegar a ser el pasajero sentado detrás de la madre angustiada por la muerte de su hijo. ¡Y ya me contagió Márquez! Este inclusive nos hace saber sobre los montes por los cuales transita el tren, hasta incluso sobre “el aire estancado dentro del vagón [que] olía a cuero sin curtir.” ¿Y a qué huele el cuero curtido? Son los detalles marqueciano.
García Márquez nos invita a imaginar de manera ardua. Nos quita la ilusión de imaginar los mínimos detalles ambientales, ya que entiende que la energía creativa del lector debe de ser invertida en los detalles importantes de la trama. Y es que el día era lunes, había amanecido “tibio y sin lluvia,” así nos cuenta el marqueciano en Un Día de Estos. Todos hemos vivido un día lunes. Día en donde el cansancio del fin de semana—el cual se supone que sea para descansar y no pariciar sin descanso—nos arrastra a las labores cotidianas. Además, Márquez nos cuenta que el día estaba tibio, mas no con lluvia. Y es que hay que recordar que al menos que las nubes de jarina cubran al sol, el Caribe no disfruta de lo tibio. Estos mínimos detalles nos permiten ver la razón del estado de humor del dentista. Este tiene una actitud molesta frente a su hijo y el alcalde. Puede que la resaca del domingo todavía lo agobie, o que simplemente el hecho de que el alcalde lo visite le moleste. Ahí es donde Márquez nos permite elaborar con nuestra imaginación. No podemos inventarnos días, y el estado del tiempo, más sí crear las conexiones entre los detalles, los personajes, y la trama en sí.
Márquez una vez más nos inunda de detalles en Los Funerales de la Mama Grande, en donde el lector tiene que dedicarse a imaginar los mitos e irrealidades que nos presenta el colombiano. Entre fiestas extremadas, una señora grande casi creída de ser inmortal según un pueblo, y tanto poder como para que el gobierno le tema, García Márquez ayuda al lector a lidiar con los detalles de tan inmensa trama. Los detalles ambientales son de Márquez para decidir, y las conexiones para el lector trazar.
Los cuentos de Márquez en esta colección no tienen finales conclusos. Y es que la conclusión de todos está en el último cuento de La Mamá Grande. En La Siesta del Martes el cuento termina con la mamá sufrida “tomando la niña de la mano y saliendo a la calle.” El material importante del cuento se encuentra en su clímax, y la conclusión es simple, dejando al lector con un sabor a “¿…y entonces?” Lo mismo se repite en Un Día de Estos, en donde el punto principal del cuento sucede en sus extrañas, y la conclusión sólo muestra el diálogo entre el alcalde y el dentista a manera de que éste sale de la oficina. En Rosas Artificiales, el final es mucho peor, ya que no hay conclusión, mucho menos cierre de cuento. Esta trama entre una abuela y su nieta termina con un simple “…es que estoy loca [y no me mandan para un manicomio].” El cuento final de Los Funerales de la Mamá Grande “disque” tiene final, pero no realmente. En este, Márquez cierra la trama con lo que podría ser una moraleja que se conecta con todos los detalles el cuento.
El marqueciano escritor fabrica intensos detalles en sus cuentos. Detalles que muchas veces ayudan al lector a comprender la trama mejor, pero que muchas veces jartan, como diría el buen dominicano. Este es simplemente un dictador de sus creaciones, lo cual permite que el lector se enfoque mejor en las conexiones entre los detalles y la trama. Más sin embargo nos entristece con sus finales inconclusos. Márquez sube al lector hasta un clímax y lo deja esperando al final. Y es que la literatura debe de ser como un orgasmo, subir, subir, y subir, hasta llegar, para terminar feliz.