Por: Katherine Palmatier
Era un día típico en Madrid. Estaba caminando con mi novio nuevo, Axel, alrededor del barrio de la Universidad de Suffolk, buscando un restaurante para almorzar antes de clase. La conversación saltaba de tópico a tópico, hasta que llegamos al tema sobre el fin de semana. Frecuentemente, pasábamos los fines juntos y con otros amigos. Nos gustaba hacer viajes, y ya habíamos viajado a otras ciudades en España.
-Este fin de semana vamos a ir a Navarra con el viaje de Suffolk, pero ¿qué vamos a hacer el próximo?- él me preguntó
-No lo sé. Podríamos ir a Barcelona, pero no quiero gastar mucho dinero, necesito conservarlo para todo el semestre, le contesté.
-Sí, yo también. Pues, tengo otra idea. Puedo preguntarle a mi abuela si mi tío va a ir a su casa en Asturias ese fin de semana. Él tiene una casa allí cerca del mar para quedarse cuando él pesca bonito.
-¿Ah, tiene un barco? ¿Pescaríamos con él si fuéramos?
-Sí, sí. Podemos visitarlo a él, quedarnos en su casa, y pescar el sábado todo el día. No gastaremos tanto dinero en hotel o comida. ¿Qué piensas?
Pensé en las veces cuando yo había estado en un barco antes. Cuando tenía 15 años, estaba en un viaje para mirar las ballenas. Me sentía horrible y mareada todo el viaje. ¡Y después de todo, no vi ni una ballena! Malas memorias. Sin embargo, no quería ser aburrida. Quería tener aventuras durante mi semestre en España. Y me encantaba el bonito, un tipo de pez, que la abuela de Axel siempre nos preparaba cuando nosotros cenábamos en su casa. Por estas razones, yo le dije -¡Sí! El viaje me parece bien. Una o dos veces me sentí mal en los barcos, pero no era tan horrible. Será divertido.- Mentí un poco.
-¡Bueno! ¿Debemos invitar a nuestros amigos entonces?- Axel me preguntó
-¿Sí, porque no? Probablemente quieran venir.
Y después de dos semanas, estábamos manejando a la casa del Tío Juan, ubicada en Asturias, con nuestros amigos Grisel y Rich. El viaje duró siete horas en el cochecito de Axel, pero finalmente llegamos al pueblo pequeño entre las montañas por el mar. El pueblo parecía como el lugar en la película “Hostel.” El sol estaba poniéndose en el cielo por las calles vacías y edificios antiguos, hechos de piedra. Había tiendas cerradas, que vendían frutas, queso y carne, y una iglesia grande en el centro. Un gatito con una pierna rota y con dolor en los ojos nos saludó con un “miau” triste. Por suerte, la casa del Tío Juan, no era tan espantosa; era más nueva y moderna. Había muchos cuartos como una cocina, una sala, dos baños y tres habitaciones arriba. Porque él no se queda allí muchísimo, solo cuando tiene tiempo para pescar, los cuartos estaban un poco vacíos, solo con las necesidades como un sofá en la sala enfrente de una tele, camas en las habitaciones, y una mesa para comer, también en la sala. Las paredes dentro de la casa eran sin muchas decoraciones, eran sencillas, como el resto de la casa. Era, en verdad, la casa de un hombre.
Esa noche, el Tío Juan salió con unos amigos, y Axel, Rich, Grisel y yo nos quedamos en casa y preparamos una cena de espagueti con chorizo. Bebimos unos chupitos de vodka y vasos de Fanta, mi refresco favorito. Fue una noche divertida con amigos. Axel y yo no pudimos dormir, estuvimos hablando hasta las 3 o 4 de la mañana. La mañana próxima, nos sentíamos tan cansados, y yo pensé ¿Tenemos que pescar ahora en realidad….? Pero, el Tío Juan quería salir, y nosotros fuimos aunque queríamos dormir más.
Manejamos al puerto donde estaba el barco de Juan en su Audi caro. No estaba muy lejos de la casa. El puerto era tan bello. Estaba rodeado de montañas con muchas casitas entre árboles y colinas. Nos embarcamos en el barco, que no era tan pequeño ni grande. Tenía un cuarto interior, donde se podía comer y sentar, una cubierta donde se podía estar afuera y también un baño abajo del cuarto interior. Axel, Rich, Grisel y yo estábamos adentro y estábamos emocionados por salir. Pero, algo no fue perfecto.
-Tengo haaaammmbre- yo dije, los espaguetis una memoria distante en mi mente y estómago.
-Traje unos bocadillos para el almuerzo, pero necesitamos esperar hasta luego para comerlos- Axel me contestó. –Pero, tengo unos M+Ms en mi mochila. ¿Los quieres?
-¡Sí! ¡Claro!- Me encantan casi todo de dulces, y los tomé. –Ah, y Axel, probablemente debo tomar un Dramamine, para que no me maree. ¿Dónde están?
– Aquí, tómala- Axel me dijo, después de encontrar las pastillas contra el mareo en su mochila. –Pero no lo sé si vayan a funcionar, se debe tomar Dramamine por lo menos treinta minutos antes de embarcarse en un barco.
Sabía que él tenía razón, pero no había más que podría hacer al momento, y las tomé, esperando por lo mejor. De repente, el Tío Juan arrancó el motor. ¡Adiós tierra sólida!
Solo después de unos minutos, me sentía que algo estaba extraño. El estómago solo tenía adentro unos espaguetis, chorizo, vodka, Fanta, y ahora, M+Ms. Ahora yo sé que no es una mezcla buena. –Creo que necesito aire fresco- les dije a mis amigos, y fui a la cubierta. El sol había desaparecido y el aire hacia frío, con un viento fuerte. Las olas del mar eran grandes y poderosas, pero esto no le importaba a el Tío Juan. Él manejaba el barco como si fuera una carrera que él no quería perder. La mezcla en el estómago empezó a remolinarse. De repente, me sentí mareada. – ¡Creo que necesito el baño!- exclamé y bajé por la escalera hasta que yo estaba abajo en el baño. Axel me siguió allí para ayudar. Desafortunadamente, no pude levantar el asiento del lavabo, ¡y vomité por todas partes! ¡Qué desastre! ¡Qué lío! Me sentía no solo mareada entonces pero también con vergüenza porque Axel había visto todo. Pero él dijo – ¡Está bien! ¡Está bien! Voy a limpiarlo, no te preocupes.- Me sentía aún peor entonces…él nunca comería M+Ms otra vez, yo pensé. Esperaba que no me dejara o algo así después de un episodio tan repugnante. Pero él no estaba enojado, y solo quería que me sintiera mejor.
Él me preparó un lugar donde podría acostarme en la cubierta con un colchón, y me dio su abrigo, aunque él tenía solo una camiseta de mangas cortas por debajo. Y finalmente él me dio una bolsa plástica, que podría usar en el caso de vomitar otra vez. Desafortunadamente necesite usar la bolsa muchas veces porque me mareé tanto. No tenía más comida en el estómago, pero el movimiento del barco me molestaba. Axel, Grisel y Rich pasaron el día abajo porque yo preferí estar sola en mi miseria. Me sentía como que el viaje nunca terminaría. El Tío Juan seguía en su búsqueda por encontrar bonito. Las horas pasaban. Deseaba estar muerta. Estaba atrapada en un barco que nunca parecería regresar al puerto. ¡Quería sentir tierra bajo de mis pies otra vez! ¡No podría soportar los movimientos del barco más! A veces, Axel regresaba a visitarme en la cubierta y mostraba su afecto con un abrazo o unos besos y me preguntaba como me sentía o si necesitaba algo. No le importaba que yo estuviera probablemente un desastre y ya me ayudaba todo el día. Finalmente, después de ocho horas en el mar, pudimos ver tierra. El cielo estaba ahora oscuro, y solo pudimos ver las casas en las montañas entre la oscuridad por luces pequeñas en sus ventanas. Desembarcamos del barco cuando llegamos al puerto y por primera vez de ese día, yo estaba feliz. ¡He sobrevivido! yo pensé. La vida seguiría.
Desafortunadamente, aprendí entonces que los otros no habían encontrado mucho bonito después de todo y Rich se mareo un poco también, por eso pudimos simpatizar uno al otro. Manejamos a la casa y me miré en el espejo en el baño. Mi cara estaba pálida, con círculos oscuros por debajo de los ojos y mis labios estaban muy secos y blancos. Mi pelo estaba como un nido de aviones encima de la cabeza. ¡Yo parecía como si fuera una adicta a las drogas! Me sentía probablemente similar también: casi muerta. Pero después de ducharme y relajarme en frente de la tele, me sentí mucho mejor. Aún traté de comer un poquito. Regresamos el domingo a Madrid otra vez. En el coche pensaba sobre el viaje mientras Axel manejaba y Rich y Grisel escuchaban música. Sí, probablemente no yo pescaría otra vez pronto en un barco así pero también me había dado cuenta de que tenía un novio súper buenísimo, responsable y cariñoso. Sabía que él siempre estaría allí para mí durante lo bueno y lo malo, y a este día, todavía es verdad.
Ahora solo disfruto el pescado ya preparado en un plato con salsa deliciosa. Creo que voy a quedarme en tierra firme por mucho tiempo, pero nunca voy a olvidar mi aventura de ese fin de semana.