Por: Rosa Cataldo
Todos tienen unos días en sus vidas que los influyen y los cambian por el resto de su vida. Después de este día, por alguna razón, algo es diferente en la vida. Para mí, este día inolvidable fue un día que parecía ser normal, un día que no me cambiaría permanentemente. Hace tres años que el incidente pasó. Estaba manejando en mi carro, un 1994 Pontiac Bonneville que se mira más como un barco que un coche, viajando por el pueblo cerca de mi casa. Este barrio es tan rural y muchas de las familias que ocupan sus colinas viven de la tierra, creciendo aquel cultivo, o criando aquel tipo de animal en su finca. Pienso que el aire era crespo y que el día era un sábado de otoño, una estación que, para mí, significa aventura y emociones. Me sentía triste y aburrida ese día, y probablemente un poquito cansada.
Estaba manejando mi carro allí porque no tenía nada más importante que hacer- mi novio me juraba que me podía ver ese día, pero no me llamó, y luego no podía encontrarlo a él. Entonces puedo admitir que no debía estar manejando por mis emociones volátiles, pero esta es una cosa que no puedo explicar. Yo había manejado por varias horas cuando decidí que debía volver a mi casa.
Estaba conduciendo rápidamente en una calle medio grande, en la que se puede manejar a 45 millas por hora. Era una calle deshabitada, y así podía conducir rápidamente. Entonces yo me acerqué a un carro que iba demasiado despacio para mí. En esta calle, un carro puede pasar afrente de otro legalmente con cuidado. La primera vez que traté de pasarle a la chica en el coche de enfrente, ella aceleró y empezó a conducir más rápidamente, así que yo no pude pasarle. Esta acción pasó otra vez, y también esta vez no tuve éxito en pasarle. Decidí que trataría de pasarle una tercera vez. Esta vez un camión de UPS estaba acercándose a mi carro, pero no abandonaría de pasarle a la chica a causa de mi cólera enorme. De pronto, fui al lado de la chica, en el lado equivocado de la calle. Ahorita ya ella era mi peor enemiga y nuestra competición fue una pelea épica. El camión enorme estaba sonando su claxon ruidosamente y su velocidad no estaba bajando. Mi corazón bombeaba en mi pecho con locura y mis ojos estaban enfocados en la calle. Finalmente, solamente un segundo hacia la muerte, su carro cimbró y yo tomé mi espacio en frente del carro de la chica.
« ¡Qué error he hecho! ¿Por qué tuve que probar mi poder?» Y entonces mi conciencia me respondió.
«Porque estabas emocionada, y no podías controlar tus acciones. La próxima vez, te sugiero que evites de conducir hasta que tengas control. Pudiste causar mucho dolor.»
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Después del incidente, yo tenía bastante miedo y en un minuto, yo me salí de la calle y entré a un aparcamiento un poquito lejos del sito del incidente. Yo me empecé a estremecer. Me di cuenta de lo estúpida que fue mi proeza. Y después de ese día inolvidable, nunca manejo peligrosamente, y me molesta si estoy en otro carro y alguien está conduciendo sin cuidado. Aunque yo salí de la situación sin rasguños, todavía aprendí una lección que vale: no hay ninguna cosa más importante que la seguridad.